jueves, 14 de noviembre de 2019

El Guincho - Bombay - 2010


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  1. “Pop negro” (juego de palabras entre “pulpo negro”, en catalán, y el guiño al black pop de toda la vida) que es esperado como maná por los oráculos de la modernidad. Algo que a Pablo, seguro, le pone los pelos de punta. Su misión es investigar, probar, combinar, recortar, pegar, disfrutar. Y todo lo demás, por mucha denominación de origen “alternativa” que le pongan, es (o debería ser) silencio. Silencio roto exclusivamente para exponerse a los nueve tentáculos que incluye el disco, más concentrado (es más corto) que el precedente, más transparente (las ideas mejor ordenadas) y, ya lo apuntamos, más brillante (suban volumen: esto es bombástico).
    “Bombay”, que abre, es una pedrada de ritmo gordo adornada por un riff de teclado con resonancias orientales y unos “uh, uh, uhs” que no se van de la cabeza. Canción del año. Gran bienvenida en la vitalista ceremonia multirrítmica de un “Pop negro” –que temáticamente, intuyo, se mece entre los temas amorosos y la reflexión sobre el acto creativo– donde hay guarniciones de soca (“Novias” y su infalible estribillo: “Si tanto me quieres / haz como el resto de las mujeres”), condimentos que parecen encapsulados en el país de Confucio (“Ghetto fácil”), saxos casi enterrados en el armazón rítmico (“Soca del eclipse” y su enigmático refrán: “Eres tú la voz en mi habitación”), hipnosis con coros repetitivos (“Lycra mistral”), saxos en primera línea rebajando la voluptuosa tensión entre beats y coros (“Muerte midi” y ese “tienes veneno en la miel” que se antoja una reverencia a Radio Futura) y ensaladas de teclados ochenteros (“FM tan sexy” o, arriesgo, una buena digestión de la sensualidad sintética de Cameo y Womack & Womack). Si buscamos una columna que vertebre el álbum, la hallamos en el tratamiento de voces –la resolución de coros y/o cantos secundarios es de verdadera filigrana– y en síncopas de un ritmo que parece buscar la esencia del R&B de hace dos décadas (antes de que la fórmula se agotara por pura endogamia).
    “Pop negro” –como “Alegranza”– pone sobre la mesa un eterno debate pendiente: que desde aquí se pueden fabricar, sin complejos, piezas sonoras de alta graduación. Saltándose el mimetismo e “internacionalizando” la identidad sin tener que renunciar a lo más cercano. Reventará en Toledo, Kioto, Berlín, Singapur, Los Ángeles o Ciudad del Cabo. El Guincho añade un nuevo estado a su particular mapa mundialista y da un grandísimo paso adelante situándose en la exclusiva liga de esos artistas que nos hacen esperar el siguiente movimiento con impaciencia, ilusión y gratitud. Grande.

    Por Juan Cervera
    RockDeluxe

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