La nomenclatura de Maldanbera, que no es otra cosa que el nombre adjudicado a la banda que le acompaña, integrada por el trío Natxo Beltrán, Oier Aldekoa y Miguel Moyano. Esto significa que Gari recupera el concepto grupal, algo que queda representado en un álbum que apuesta por una trabajada sobriedad, donde se impone un minimalismo expresado, sin que suponga ninguna incongruencia, bajo una cuidada instrumentación. Texturas y ambientes que apuestan por un ensamblaje alrededor de un pop, por aquello que tiene de delicado y melódico, de maneras contemporáneas. La elección en la producción de Jon Agirrezabalaga (We Are Standard, ahora WAS) se antoja del todo acertada para apoyar esa idea musical que pretende generar el disco, en la que estructuras más tradicionales interaccionan con otras alimentadas desde ámbitos casi electrónicos, maniobra que por ponerle nombres y apellidos se puede situar junto a CocoRosie o Portishead. Una mezcla que se transforma en armadura constante de las composiciones actuales. Buen ejemplo de ello es la inicial “Yase”, que mediante un tempo tranquilo, situémosle en el entorno de unos Lambchop, y dirigido por unas bases repetitivas, nos descubre también que la propia voz de Gari, reposada e íntima, se alinea en busca de esa meta común sonora. Un tema en el que igualmente se desvela buena parte del sentimiento que esconde este trabajo, una aceptación respecto del conflicto producido entre lo que se quería ser y lo que se acaba siendo. En definitiva, un acuerdo entre el pasado y presente. “Emaidazu” insistirá con un mismo tipo de atmósferas en las que en esta ocasión se impone lo melódico y una percepción amable que recuerda a la que exhibe no pocas veces alguien como Devendra Banhart . Un optimismo que musicalmente termina por florecer tras romper el caparazón construido por unas formas más tensionadas en “EgunonMundo”.
Este álbum no representa en Gari una ruptura radical respecto a su legado, por mucho que sea comprensible que genere algunos interrogantes a ciertos seguidores en un primer acercamiento. Lo que sí hay es una liberación total de ciertos elementos que ya se habían apreciado de forma más controlada a lo largo de sus últimos años y que aquí toman una expresión mucho más completa. El resultado es capaz de apartar cualquier duda inicial para imponer ese sentido musicalmente nostálgico -pero de intenciones optimistas- y de formas contemporáneas. Un disco que agarra, susurra y termina por abrazar.
Ya sé que no tenemos La vida que soñamos Que no somos quienes quisimos ser
No es que soñáramos con esta vida No es esto lo que quisimos ser Seguimos vivos, sí, pero no preguntesr qué es lo que muere en quien sobrevive
Tiene sus alegrías Tiene sus vergüenzas
Nunca supe cómo guardar las fuerzas Cómo partir pensando en volver He vuelto, sí, pero no preguntes Si de verdad es posible volver del todo
No es que soñáramos con esta vida No es esto lo que quisimos ser Hemos sobrevivido, sí, pero no preguntes si ya sé cómo vivir con las ruinas si ya sé cómo vivir conmigo mismo
La nomenclatura de Maldanbera, que no es otra cosa que el nombre adjudicado a la banda que le acompaña, integrada por el trío Natxo Beltrán, Oier Aldekoa y Miguel Moyano. Esto significa que Gari recupera el concepto grupal, algo que queda representado en un álbum que apuesta por una trabajada sobriedad, donde se impone un minimalismo expresado, sin que suponga ninguna incongruencia, bajo una cuidada instrumentación. Texturas y ambientes que apuestan por un ensamblaje alrededor de un pop, por aquello que tiene de delicado y melódico, de maneras contemporáneas.
ResponderEliminarLa elección en la producción de Jon Agirrezabalaga (We Are Standard, ahora WAS) se antoja del todo acertada para apoyar esa idea musical que pretende generar el disco, en la que estructuras más tradicionales interaccionan con otras alimentadas desde ámbitos casi electrónicos, maniobra que por ponerle nombres y apellidos se puede situar junto a CocoRosie o Portishead. Una mezcla que se transforma en armadura constante de las composiciones actuales. Buen ejemplo de ello es la inicial “Yase”, que mediante un tempo tranquilo, situémosle en el entorno de unos Lambchop, y dirigido por unas bases repetitivas, nos descubre también que la propia voz de Gari, reposada e íntima, se alinea en busca de esa meta común sonora. Un tema en el que igualmente se desvela buena parte del sentimiento que esconde este trabajo, una aceptación respecto del conflicto producido entre lo que se quería ser y lo que se acaba siendo. En definitiva, un acuerdo entre el pasado y presente. “Emaidazu” insistirá con un mismo tipo de atmósferas en las que en esta ocasión se impone lo melódico y una percepción amable que recuerda a la que exhibe no pocas veces alguien como Devendra Banhart . Un optimismo que musicalmente termina por florecer tras romper el caparazón construido por unas formas más tensionadas en “EgunonMundo”.
Este álbum no representa en Gari una ruptura radical respecto a su legado, por mucho que sea comprensible que genere algunos interrogantes a ciertos seguidores en un primer acercamiento. Lo que sí hay es una liberación total de ciertos elementos que ya se habían apreciado de forma más controlada a lo largo de sus últimos años y que aquí toman una expresión mucho más completa. El resultado es capaz de apartar cualquier duda inicial para imponer ese sentido musicalmente nostálgico -pero de intenciones optimistas- y de formas contemporáneas. Un disco que agarra, susurra y termina por abrazar.
Ya sé que no tenemos
ResponderEliminarLa vida que soñamos
Que no somos quienes quisimos ser
No es que soñáramos con esta vida
No es esto lo que quisimos ser
Seguimos vivos, sí, pero no preguntesr
qué es lo que muere en quien sobrevive
Tiene sus alegrías
Tiene sus vergüenzas
Nunca supe cómo guardar las fuerzas
Cómo partir pensando en volver
He vuelto, sí, pero no preguntes
Si de verdad es posible volver del todo
No es que soñáramos con esta vida
No es esto lo que quisimos ser
Hemos sobrevivido, sí, pero no preguntes
si ya sé cómo vivir con las ruinas
si ya sé cómo vivir conmigo mismo